El agitado día, me había hecho perder el sueño y justo cuando decidí dormir... escuché entre el sueño y la realidad un suave voz, que venía de lejos, como un murmullo, como el suave arrullo de una madre con su pequeño hijo. Esa suave voz me dijo: ¿Por qué no haces un lindo poema que hable de la CREACIÓN y de todo su esplendor, entonces cerré los ojos y nuevamente me metí en el sueño profundo, dispuesta a crear lo que aquella dulce y tierna voz me pedía y comencé a escribir con mi inseparable pluma.
Mi primera inspiración fue el RADIANTE SOL, aquel que nos ilumina en los días de soledad... y enseguida sentí calentarme con sus caricias.
Luego pensé en la NOCHE, serena, tibia..., y encima mío, sentí una frazada de estrellas.
Le hablé de todo lo verde de la NATURALEZA y especialmente le dije hermosas cosas de mi Selva peruana, entonces sentí PAZ, ESPERANZA, de un mundo mejor.
Después le hablé del FUEGO, ese que a veces sientes, cuando tienes problemas y te quema las entrañas.
Cuando estaba a punto de terminar, le hablé de todas las personas y de los demás seres que habitan este mundo y mi alma y mi corazón sintieron su presencia más que nunca... esa voz tan dulce... era de DIOS!
Me acerqué a él inmediatamente con todo lo que había escrito y con su tierna e infinita mirada me dijo:
- ¡SIGUE ESCRIBIENDO... PORQUE AÚN... NO ME HAZ HABLADO DE TÍ!-, y nuevamente... me envolvio el sueño.
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