¡CUANDO PASE LA TEMPESTAD!

En la "tranquilidad" de mi hogar, nos encontramos mi teclado y yo. Es la hora en que aprovecho para escribir mientras todos  duermen. 

Mis dedos hábiles, se mueven inquietos con ganas de escribir lo que dicta mi corazón. Un corazón que se aflige como todos en estos duros momentos y que sigue sacando fuerzas desde donde no las hay... para no desmayar. 

Poco a poco nuestra fragilidad como seres humanos se muestra en su máxima expresión, y ya muchos nos vamos extinguiendo. Mientras la naturaleza se renueva y goza de su libertad, la misma que le quitamos sin piedad en cada árbol talado, en cada bosque abrasado por las llamas, aniquilando el oxígeno para poder respirar. 

Los animales se muestran alegres, curiosos y brincan de felicidad, su hábitat está limpio, el tirano cruel... ya no está.

Hoy en carne propia sentimos lo que es estar privados de nuestra libertad, mirando por la ventana; así como un pajarillo en su jaula, dando vueltas entre barrotes sin poder volar. 

Seguimos presos de nuestro egoísmo, soberbia, indiferencia, falta de amor hacia los demás. Nos creemos muchas veces dueños de la verdad. 

La purga es fuerte, es hora de expulsar para siempre, todo lo que nos hace daño y que a veces no nos deja vivir en paz.

Cuando pase la tempestad, cuando vuelva la calma, y aún quedemos sobrevivientes de este naufragio colectivo, no dudemos en ser generosos, humildes, compasivos. Aprendamos a escuchar, a aceptar nuestros errores, a ser tolerantes con los demás. 

Cuando pase la tempestad, yo deseo mi buen Jesús, nos devuelvas a todos mejores personas, como siempre deseaste al morir en la cruz, deseo volver al buen sendero, caminar libre, volver a sonreir... pero siempre de tu mano.

Nuria Ruesta Z.

Hora: 12:51 a.m.