¡PÁNICO EN EL CASTILLO NEGRO!

Llegaron hasta el abandonado Castillo Negro, misterioso y tétrico lugar, del que les habían hablado y al cual decidieron ir en busca de aventura... sin imaginar, que sería espeluznante.

Los 04 visitantes, tenían los pelos de punta y la piel de gallina, las telarañas, no dejaban ver con claridad, nada de lo que había adentro, el chirrido de las añejas puertas, denotaba, que las visagras pedían auxilio, por un poquito de aceite.
La noche era tan oscura y siniestra, que mejor era regresar a casa, pero... ya era demasiado tarde.

Lourdes, Fitzgerald, Miroslava y Adolfo, compañeros y amigos inseparables en toda excursión, decidieron no seguir avanzando, parecía que un fuerte movimiento comenzó a sacudir la tierra... comprobando después, que todos los sonidos y sucesos del lugar, eran reales.

El movimiento fue tan fuerte, que salieron corriendo uno a uno, pálidos y cubriéndose de todo cuanto cayera a su alrededor.

Los cuatro se abrazaron, y se pusieron a buen recaudo. El movimiento cesó. Sorprendidos observaron, que del Castillo Negro, no se había caído ni una sola piedra, seguía intacto, tan firme, que parecía una foto macabra.

Esto los alarmó sobremanera, y se acercaron cautelosamente de nuevo, para ver de cerca que sucedía en su interior, más podía su curiosidad, que alejarse del peligro y salvarse.
Parece que en estas aterradoras circunstancias es cuando se inventó la conocida y popular frase: ¡LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO!.

Un cuervo pasó revoloteando sobre sus cabezas, fue tal el susto, que sin darse cuenta, pisaron una losa que estaba fofa, cayendo precipitadamente al vacio. Sería el fin?... los asustados amigos pensaron lo peor.

La incontrolable caída, terminó en el fondo de un gigante y horrible hueco con agua, que parecía un pozo inmenso...  sumergiéndose, en medio de fragmentos pegajosos.

Sintieron al tacto que el agua, era espesa, viscosa, nauseabunda, habían bebido sin querer, agua contaminada, cómo sobrevivir en estas horribles y asquerosas aguas gélidas?, no había por donde salir, nadar?... imposible!, no se veía nada... hora de SOBREVIVIR y de ESCAPAR a como dé lugar, pero cómo?.. POR DIOS SANTO!. Las chicas a punto de entrar en pánico.

Adolfo, el más aventurero y precavido de los 4, encontró una vara flotando. La cogió, sacando rápidamente su mini-linterna, cubierta con su estuche de plástico, que la protegía de mojarse y de que no se malogre... descubriendo enseguida que aquella vara estaba enredada con algo parecido a unas tripas, ya putrefactas... por el tiempo que llevaban en el agua, no estaba seguro si eran de animales o de seres humanos y la arrojó con todas sus fuerzas hasta el fondo del pozo, conteniendo las náuseas. La linterna, los ayudaría a buscar alguna salida.

Lourdes nerviosa, ardiendo en fiebre, las fétidas aguas y beber sin querer el líquido mal oliente y repugnante, estaban causando estragos en su estómago.
Comenzó a tiritar, tanto, que estaba a punto de entrar en shok, pero sus compañeros la animaron a seguir, a tener valor, pronto encontrarían una solución y la pesadilla terminaría.

Miroslava, tenía también el estómago revuelto y el vómito, se vino a borbotones, la fiebre quemándole las sienes, el sonrosado color se le estaba yendo de su blanca cara, parecía una muñequita de porcelana, frágil, rota, con los ojos desorbitados y sus finos labios, acercándose a un morado violeta. En su desvarío, le pareció ver al fantasma de la muerte... habían pasado 5 horas.

Fitzgerald y Adolfo, eran los más fuertes, los más decididos, llevaron cursos de supervivencia en el ejército y estaban pensando a mil, la manera de cómo salir, de aquel embrollo y salvar a sus amigas.

Fue entonces que:

 -¡CORTEN CHICOS, LA ESCENA QUEDA... HORA DEL ALMUERZO!-. 

(Capítulo I, de mi primer cuento de TERROR).

Disfrútenlo!.

Cariños y abrazos.

Nuria Lourdes (10:40 p.m.)