"EL CANTO DE LA LECHUZA"

Hace aproximadamente, dos meses, una amiga que vive en Arizona, me contaba algo bastante impresionante.

Me decía que en una tribu de África, la forma para ejecutar la pena de muerte era la siguiente: Los nativos no conocen la silla eléctrica y por eso ellos aplican la pena de muerte por destierro. 

Significa que si eres de la tribu y cometiste un delito demasiado grave, sencillamente, eres desterrado.

Además me contó que después de leída la sentencia y en el transcurso de una semana, la persona muere.

Al escuchar toda esta historia pensé en preguntarle a mi familia y también a ustedes mis queridos lectores. ¿Morirías si te aplicaran una sentencia de destierro, ni bien ha sido leída?. Personalmente, Yo, ¡nada que ver! y creo que menos tú.  

Es cierto, que vamos a sentir sufrimiento, angustia, quizá hasta un poco de temor. Pero...morir?... ¡Dios Santo!, sin embargo, ellos si mueren.

Después de que conversé con mi amiga, decidí investigar más de este tema y mi sorpresa seguía aumentando.

Dicen que los nativos de un lugar de México, creen que tocando cierta clase de piedra, también mueren. Pero lo que más me asombra, es, su total convicción. Tal es el caso, que de casualidad un niño del lugar, estaba corriendo por esa zona, y se topó con dicha piedra maldita, como ellos le dicen.

Su mamita desesperada, fue en busca del sacerdote para decirle que su hijo iba a morir. El padre incrédulo: -¡Pero por Dios señora, ¿cómo va a creer usted semejante disparate?-. -¡Yo no creo nada de eso!-. Concluyó el sacerdote.

Por la noche, la mamá nuevamente salió corriendo a buscar al padre y le suplicó que vaya a ver a su hijo para darle los santos óleos.

El padrecito bastante mortificado le dijo: -¡Por favor señora, esa historia de la "piedra" es una superstición. Dejen de contarle esa historia al niño, de lo contrario esto acabará, en una historia profética autocumplida: todo eso, realmente es una completa tontería!-.

El sacerdote se fue enojado. Al día siguiente, el niño...había fallecido. Él estaba convencido de que así pasaría, y sucedió tal cual lo creyó.

Cuando estamos en el colegio, estudiamos las culturas, costumbres, de algunos países y también de nuestro Perú. Por ejemplo en Piura, tienen la creencia de que el canto de la lechuza, te avisa, de un mal presagio. Que algo va a suceder.

Sinceramente, no creo en esta historia. Sin embargo cuando la escuchaba, me persinaba y en silencio pedía que no pase nada. Cumplía esto, por complacer a mi mamá. Hasta que sucedió algo inesperado. 

Por el trabajo policial de mi esposo vivía en Sullana, con mi hijita mayor, que por aquel entonces estaba pequeñita. 

Ambas veíamos televisión y de repente, en la ventana del cuarto que daba para el jardín, cantó una lechuza. Lo hizo tan fuerte, que mi hijita lloró del susto. Salté hasta su camita y la cargué, para tranquilizarla. Entonces me persiné. 

Pasaron escasos cinco minutos y tocaron la puerta. Cuando fui a ver quién era...me dieron la noticia de que a mi esposo le habían disparado y que habían muerto en ese atentado, tres efectivos policiales. 

Mi esposo fue herido en la pierna, algunas balas le rozaron en la cabeza. Pero, gracias a Dios sobrevivió. Hasta el día de hoy, creo, que sólo fue una triste coincidencia.

Concluyo creyendo que nuestros sentimientos, son producto de nuestros pensamientos.
Lo que deseamos fervientemente, bueno o malo... sucede.


Nuria Lourdes Ruesta Zapata. (11:37 a.m.).