Como de costumbre, me encontraba en la compu escribiendo muy concentrada la nueva nota del día. De pronto el cielo comenzó a oscurecerse. Algo bastante normal en esta ciudad. A continuación los ensordecedores truenos, quebrando el cielo y dejando sordos a todos en mi casa. Bueno, suena exagerado, pero así es. Y se soltó la lluvia. ¡Un diluvio total!. En la sala, mis hijos pequeños viendo tele. Mi hija mayor estudiando. Entonces escuche a mi hijo: -¡Mamááááá´...miraaaaa!-. Volteé a verlo, para ver de qué se trataba y me doy con la sorpresa, de que la sala estaba inundada. La lluvia, seguía azotando fuertemente la ciudad y también... TODA MI CASA. La cocina, el dormitorio. El patio... rebalsando. Completamente todo. Parecía que todas las cosas y nosotros, terminaríamos flotando. Trajimos las escobas. Un escobillón rojo y el otro, con las justas tenía cuatro pelos, lo importante era sacar el agua lo más pronto posible, comenzando mi hija y yo, con la fuerte tarea. Pero la casa se seguía inundando sin tener solución alguna. Mi hija me dice entonces: -¡Mamá hay que sacar el TAPÓN del patio-!, -Es el que obtaculiza que corra el agua-.
-¡Tienes razón hijita-! le dije y así lo hizo. Inmediatamente el agua comenzó a correr para desembocar por el dichoso hueco, que correspondía al bendito tapón. Seguimos sacando el agua, ahora menos. Y mis pequeños hijos que estaban entretenidos viendo tele, se pararon. Giusseppi a la cocina a tomar agua y Nuria Antonella, a buscar sus muñecas. -¡Cuidado te caes!- dijo mi hija mayor a su hermano y en segundos,...¡ PLOM!... se escuchó un golpe. Enseguida un llanto. Era mi hijo Giusseppi que había caído sentado en sus cuatro letras, mejor dicho, de pot...o. Anggie, soltó una sonora carcajada, enseguida la acompañé yo también; pero el llanto de mi hijo, hizo que mejor continuaramos sacando el agua. Estando ya por terminar con la ardua tarea. Escuchamos otro golpe. Ahora era Nuria. También se había resbalado. Enseguida la cargué y le dí un caramelito de limón para que se calmara. Anggie y yo riéndonos sin parar, pero sin que ellos se dieran cuenta. Cuando al fin terminamos, nos sentamos a descansar unos minutos. Cansadas y con ganas de darnos un rico baño. Luego, las sonrisas, la algarabía. Nosotras parecíamos pollitos remojados, pero felices de haber dejado la casa nuevamente linda. En recompensa a toda esta labor del día sábado...les preparé un riquísimo LOMO SALTADO CON BASTANTES PAPAS, a solicitud de mi hija mayor...BIEN MERECIDO, por supuesto. Luego les di un beso a todos y comencé de nuevo...-¡LAS TAREAS!-, -¡APAGUEN EL TELEVISOR-!, -¡NO HAY COMPU-!...¡LAS TAREAS!... UN LINDO DÍA DE LOCURA, CON LLUVIA... Y ... CON MIS HIJOS... LA RAZÓN DE MI EXISTENCIA!
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