¡DE VUELTA A CASA!

Escribir esta nota, invade mi corazón de nostalgia. Viajé 17 horas desde esta linda ciudad de Tarapoto a la cálida y hermosa ciudad de Piura, para llevar a mi hija de 16 años a postular a la Universidad, a la facultadad de MEDICINA, carrera que desde niña soñó realizar.

 

En el camino, sólo pensaba en que la horas no pasen rápido, no quería despegarme de ella ni un solo minuto, sabía que si ingresaría, tendría que quedarse. 

Sus hermanitos en silencio en los asientos del bus, reteniendo las ganas de llorar y yo... se imaginan cómo estaba YO?... tenía un nudo en la garganta, que me apretaba tanto, que sólo quería soltarme y llorar, pero en el fondo, oraba en silencio para que logre su meta, su sueño más deseado.

MI HIJA ANGGIE... Y YO!!!

A pesar de todo, saqué fuerzas y le dije: -¡Reyna de mi alma, sé que lo lograrás, porque eres inteligente, y por tu gran deseo de curar a muchas personas... Sé que serás una gran médico!- enseguida la abracé tan fuerte, que quería que sintiera que siempre podía contar conmigo, para todo lo que fuera, dejarle todo mi apoyo, todo mi amor... ella también me abrazó, y se echó a llorar, -¡Gracias mamita, te quiero tanto y también te voy a extrañar!-.

Después de instalarnos todos,  la acompañé al examen y después de angustiantes minutos que pasaban lentamente, el examen al fin terminó dirigiéndonos entre comentarios a casa, para esperar los resultados.

Por la tarde, una vecina, me dio la noticia de que había ingresado, había visto los resultados del examen por la internet y yo salté de alegría corriendo a abrazar a mi hija para felicitarla.

Todos sus amigos y amigas hicieron lo mismo. Mi familia felíz y por la noche celebrando el gran acontecimiento con algunos vecinos del barrio, su papito super contento y muy emocionado.

Luego vendría la decisión de que tenía que quedarse, y nosotros... regresaríamos a casa.

Fue una decisión que muchas veces me hizo desistir para tomarla, pues sus hermanos y yo, no queríamos separarnos de ella, pero... tenía que ser así y habría que apoyarla en todo.

En 16 años nunca me separé de su lado, no creí experimentar tan pronto, esa frase, de que los hijos son prestados, que luego se van y que poco a poco te vas quedando sola con tu pareja, como cuando recién comenzaste. Mi esposo siempre me lo repetía, sin embargo, no quería aceptarlo.

Llegó el momento de la despedida... traté en todo momento de no llorar, mi familia contemplando la escena. Mi hijo Giusseppi abrazó a su hermana, en silencio... aún recuerdo el emotivo momento y su carita de tristeza... no quería soltarla, luego le siguió mi pequeña Nuria, mi chiquilina de 04 añitos... y llorando también... -¡Hermanita... te quiero mucho!.

Después seguí YO... la estreché entre mis brazos, tan  fuerte, que mi corazón latía a mil por hora, le dije: -¡Hijita, te quiero muchísimo y le di mi bendicion¡-, no quería que se de cuenta que estaba a punto de llorar, luego me separé, llevando conmigo su tierna y linda sonrisa.
Enseguida nos despedimos toda la familia, mis hermanos y mi madre, para tomar nuevamente el bus, que nos llevaría, de vuelta a casa.

Hoy, frente a la compu, la recuerdo con mucha alegría, por sus éxitos, y por todo lo que está logrando. Nos comunicamos constantemente y ello me hace muy felíz.

Sus hermanos lloran, porque son pequeños y porque la extrañan mucho, pero luego, cuando les digo que les manda muchos besitos y abrazos, se alegran de felicidad... Yo, siempre orando para que todo le vaya bien, en los estudios que eligió como profesión: MEDICINA HUMANA.

* A MIS SEGUIDORES:

Agradezco todo su cariño, sus lindos comentarios, el estar siempre visitando este humilde espacio, mi segunda casa. 

Mil disculpas por no contestar enseguida, pero estaba con lo de mi hija.

Para todos ustedes mis queridos amigos, les dejo todo mi amor, muchos abrazos y decirles que aprecio mucho sus visitas.

Ya estoy... de vuelta en casa, para alegrarles el corazón y hacerles pasar gratos momentos.

Bendiciones y que Dios y la Virgen los iluminen siempre!.