¡¡¡ESTOY DE VUELTAAAAAA!!!... ¡¡¡Los EXTRAÑÉÉÉÉÉÉ!!!

Cuando mi esposo me dijo que viajaríamos a la ciudad de Piura para visitar a mi hija mayor Anggie, sentí que mi corazón brincó de alegría, aproveché que mis pequeños hijos tenían una semanita de vacaciones y sin pensarlo dos veces, corrí a arreglar maletas... sólo pensaba en verla, abrazarla y contarle mil cosas... estaba refelíz... no se imaginan!

El viaje fue largo y cansado, pero ello; era lo de menos, el verla pronto, era lo más importante... mi Reyna no sabía que le daríamos tamaña sorpresa.

Por fin llegamos, dejamos los equipajes en nuestra casa. Cogimos escobas y nos pusimos a dejarla como un anís, Anggie tenía que encontrar su hogar como de revista y esa semanita se la dedicaríamos a ella... se lo merecía.

Después de la dura faena, nos dimos un duchazo, estábamos exhaustos, con mucha hambre, pero era tal la emoción, que nuestros estómagos podían aguantar un poquito más.

¡Anggie y sus compañeros!  Es la tercera, comenzando hacia la derecha.

Tomamos un taxi, mi familia y yo, y nos dirijimos raudos a la Universidad. Durante el camino pensaba en todo lo que diría cuando la viera, las lágrimas amenazando salir... yo... tratando que nadie lo note ... pero; oh! sorpresa, al llegar a las puertas de la facultad de MEDICINA, el vigilante no nos dejó entrar... mi corazón se derrumbó, sin embargo, no nos dimos por vencidos. 

Alumnos y alumnas entraban a clases, se veían lindos con sus impecables batas blancas, iban rumbo a sus clases de Anatomía, nosotros seguíamos parados frente a la puerta.  Me acerqué a una señorita, que imaginé estudiaría con mi hija y le dije que por favor le avisara que estábamos aquí y ella muy educada nos dijo que lo haría inmediatamente.

Pasaron, infinitos segundos, que pronto se volvieron minutos... y nada... hasta que apareció mi niña bella..., la noté algo delgada, un poquito más alta y esbelta, estaba muy bonita, tenía un maquillaje suave que resaltaba la frescura de sus 17 años. Lucía su bata blanca, con el logo de la universidad, bordado en finas letras... ¡Una hermosa estudiante de Medicina!

Cuando nos vio, se quedó emocionada a mitad del camino, no podía creer que su papá, sus hermanitos y yo, estemos ahí, esperándola para abrazarla con todas nuestras fuerzas y se acercó corriendo hasta nosotros, con sus ojitos llenos de lágrimas... no pudimos contenernos y nos fundimos todos en un fuerte e inacabable abrazo... los vigilantes se conmovieron ante la emotiva escena y el Jefe de Seguridad nos dejó ingresar por fin, lo que aprovechamos para acompañarla... fue algo realmente hermoso!

¡ANGGIE Y SU AMIGASA SANDRA!

Nos llevó a recorrer todas las aulas de su facultad, lucían acogedoras, ordenadas, relucientes. Los laboratorios completamente equipados y sofisticados, el material quirúrgico se veía brillante... daba gusto observar todo al detalle. Pasamos también por el aterrador "Anfiteatro", el olor a "formol", era terrible, ahí se encontraban personas fallecidas cuyos cuerpos, son usados como objeto de estudio.

No me gustaba escuchar todo lo que ella hacía ahí, porque soy muy nerviosa, pero por más que traté de evitarlo, oí a lo lejos, que había sacado los anillos de dos difuntos, que por el tiempo de fallecidos tenían los dedos tiezos, motivo por el cual no podían retirarlos... sentí un poquito de pánico... la historia de terror fue escuchada por mi esposo, él, felíz con todo lo que su hija le contaba, antes de ser Oficial de Policía, también quiso ser Médico, así que fue gratificante verlos conversar amenamente. 

La dejamos en su clase que estaba a punto de comenzar y nos retiramos diciéndole que vendríamos por ella a la hora de la salida. Su juvenil rostro irradiaba felicidad, no dejaba de ver a sus pequeños hermanitos, y se despidió con besitos volados... luego, nos fuimos a almorzar, era necesario retomar fuerzas y energía, la semana comenzaba y la alegría se apoderaba más de nosotros.

Hemos pasado una semana maravillosa, nuestra casa parecía de fiesta. Le cociné sus platillos preferidos y me encantó levantarme tempranito para hacerle su desayuno, luego compartimos películas con toda la familia, salimos a pasear por toda la ciudad... Mi cálida Piura, se lucía con el radiante sol de sus deslumbrantes playas de Colán y la apacible luna de Paita, siempre invitándote a soñar ... fue un espléndido viaje.

Hoy, estamos de vuelta en casa... y le agradezco infinitamente a Dios, por ésta maravillosa oportunidad, por  todos los días que hemos pasado al lado de nuestra hija, momentos de felicidad que permanecerán por siempre en nuestros corazones.

A ustedes amigas y amigos blogueros, gracias por estar siempre ahí y por su preocupación en mis días de ausencia, no saben cómo me han alegrado el corazón con sus comentarios y mensajes... no hay nada más bonito en el mundo virtual, que contar con su amistad... gracias mil, desde lo más profundo de mi corazón.

¡LOS QUIERO MUCHOOOOOO Y SÍ QUE LOS EXTRAÑÉÉÉÉÉÉÉÉ!

Nuria Lourdes (9:35 p.m.)