Carlos perdió a su padre cuando tenía 14 años. Una edad bastante difícil, adolescente en desarrollo. Las cosas cambiaron en su hogar y todo se tornó insoportable. Gritos de su madre por todo, a cada hora y casi todos los días. Su vida se volvió una horrible pesadilla de la cual, no sabía cómo despertar.
En uno de esos conflictos diarios, llegar a casa y enseñarle a su madre las pésimas notas que había sacado en el colegio, sería su sentencia de muerte.
Apesadumbrado y lleno de temor, se sentó en la vieja vereda del barrio. La tarde avanzaba y en la panza no tenía nada. Los aguijones del hambre le causaron dolor de estómago.
Tres jovencitos casi de su edad pasaron por su lado, desaliñados y fumando unos cigarrillos que despedían un nausebundo olor. Carlos en vez de apartarse sintió curiosidad y se unió al grupo. Los alocados palomillas ni tontos ni perezosos le pasaron el cigarrillo envuelto en un sucio papel. -¡Pruébalo, los problemas desaparecerán enseguida!-.
En ese instante, recordó a su padre. En la primera y única... inconsciente aspirada, lo vio venir hacia él, acercándosele con amor y cariño.
- ¡Hijo de mi alma, regresa, mamá te espera y tus hermanos también. Ahora eres tú, el hombrecito de la casa. Yo por más que quiera no puedo volver, pero siempre que me necesites seré tu guía. Cuida a tu madre. Aléjate de aquí. Éste no es el camino correcto!- y antes de despedirse agregó: -¡Comprende a mamá, está sola y te necesita. Veras que todo cambiará!-
De pronto y como si todo volviera en segundos a la realidad, tiró el asqueroso cigarro y se alejó corriendo de aquel infierno.
Cuando llegó a casa, su madre angustiada por su tardanza lo recibió con los brazos abiertos. -¡Hijito, dónde haz estado, me tenías preocupada!-. Carlos se acurrucó entre sus brazos como lo hiciera un indefenso niño y la abrazó tan pero tan fuerte que se dio cuenta que su madre lo necesitaba y él a ella.
-¡Mamita no te preocupes, desperté de una horribe pesadilla. A partir de este momento, todo cambiará!-
Ella cabizbaja también le pidió disculpas por su actitud y le prometió escucharlo y entenderlo. En la adolescencia... cuánto necesitamos que nuestros padres nos escuchen?.
Enseguida se fue a su cuarto, dejó su mochila y se dio un refrescante baño para cenar luego al lado de su madre y de sus hermanos.
Carlos es hoy un Ingeniero Civíl y gracias a su esfuerzo y a aquella visión de su padre, construyó una hermosa casa para su mamá y hermanos. En sus ratos libres se acerca a todos los jovencitos que están a punto de caer en el vicio de las drogas, enseñándoles que aunque el camino sea duro... con AMOR... todo se puede lograr!
Autora: Nuria Lourdes (7:40 a.m.)
Qué bonito!!!! Me gusta ese final, pero se me hace muy corto!! Un abrazo!
ResponderEliminarHola Luismi. No te preocupes ya vendrá otro relato más larguito. Sé que lo disfrutarás.
EliminarAbrazos y besitos!
Acabas de contar casi la misma historia de mi marido.
ResponderEliminarHay personas que nacen con conciencia y otras que no, ese niño vino con la apariencia de su padre, señal de que lo formó con buena base.
Muy bonito relato Nuria.
Besitos.
Gracias Lola. Me alegra que te haya gustado y más si se pareció en algo a la historia de tu esposo.
EliminarEs de nuestros padres de quien recibimos los buenos valores dentro del hogar, lo importante es no perderlos y eso depende de cada uno de nosotros.
Besitos y gracias por venir.
Bela história...Espectacular....
ResponderEliminarCumprimentos
Hola Fernando, celebro que te haya gustado.
EliminarUn cálido abrazo desde Perú!
buon mercoledi...ciao
ResponderEliminarHola Giancarlo, qué gusto conocerte. Me alegra tenerte por aquí.
EliminarEres desde ya... bienvenido.
Abrazos y saludos para tu bella Italia.
Ojala, esta historia pudiese repetirse en el dia a dia. No tendriamos las sociedades que tenemos.
ResponderEliminarEl relato es bueno, el fondo, mejor, pero la triste realidad es que; lamentablemente, esto no sucede a menudo en nustra vida diaria.
De lo qui si estoy plenamente seguro es de que; en los hogares debe de existir un exeso de amor, mucho respeto, buenas maneras, y muchisima comprension.
Los hijos siempre deben de sentir que su casa es un refugio, un hogar y el mejor lugar del mundo para pasarla bien. Si se lograra llegar a eso, nuestras sociedades no serian las que son.
Un saludo muy especial para ti Nuria y esta vez, llegue a tiempo.
Es grato verte siempre por aquí. Gracias por tu maravilloso y reflexivo comentario. La verdad es así. Desgraciadamente es en los hogares donde los valores se están perdiendo y qué podemos esperar de nuestros hijos?
EliminarDentro de mis sueños y anhelos están las ganas de que los jóvenes se den cuenta que vale la pena luchar para conseguir triunfar... hoy en día, sólo buscan lo fácil, porque los padres los acostumbramos mal.
Te dejo un abrazo grandote desde Tarapoto.
¡Hola! Soy Lourdes de El club de las escritoras.
ResponderEliminarMuy bonito tu relato, me ha encantado.
Yo escribo romántico paranormal, otro género. Te dejo mi link por si quieres pasar.
vulturific.blogspot.com
Cariños
Qué gusto conocerte Lourdes, eres desde ya bienvenida.
EliminarEncantada también de visitar tu espacio y claro que pasaré.
Te dejo un fuerte y cálido abrazo desde Perú.
Bellísimo relato... Y no hagas caso a LUISMI... Si las cosas son muy largas... Cuestan mas leer.. Creo que es mejor cortas y variadas... Yo peco de hacer los relatos muy largos.. Y eso no es bueno... Así que ru sigue con tus relatos cortos que son muy chulos y fáciles de entender y leer muackkk BOMBOM
ResponderEliminarGracias Marta por tu comentario. Me alegra verte por aquí y de que te haya gustado mi relato.
EliminarBesitos y cariños!
Ojalá tanta gente hubiese tenido una visión parecida... Besotes!!!
ResponderEliminarTodo sería diferente. Son nuestros padres los que nos inculcan los buenos valores, requisito importante para disfrutar de la vida y salir adelante, sin dejarnos vencer ante ningún problema ni obstáculo.
EliminarCariños amiga.