"Lo que Dios ha unido... que no lo separe el hombre" Mc 10,2-16.

He vivido la semana más intensa de mi vida con los preparativos de mi matrimonio. Los nervios a punto de explotar y la emoción para que llegue el día tan esperado, era cosa de locos.  Gracias a Dios y a la familia de mi esposo, todo salió de maravilla, tal como lo imaginamos.

Pero todo no fue color de rosa.  Faltando una hora para casarme, no encontraba mi vestido, por buscarlo casi me doy un golpe y mi esposo no pudo recoger las copas para el brindis que ya estaban decoradas... lo pueden creer?

Estuve al borde del colapso y me eché a llorar de desesperación, sin embargo mi cuñada Karím, hermana menor de mi esposo me tranquilizó diciéndome que eran los nervios y que mi vestido tenía que estar en algún lugar de la casa que por el apuro yo habia mandado guardar sin acordarme dónde... ¡si que me traicionaron los benditos nervios!

Fue ella quién al final encontró mi vestido y quién logró ubicar la iglesia donde me habían bautizado, ya que sin el certificado correspondiente no me podía casar.  Mi madre no recordaba en que ciudad había sido mi bautizo, como les digo... para volverme loca, pero al final recordó y cumplimos con los requisitos correspondientes.

Mi vestido quedó precioso y el de mis hijas también, parecían dos hermosas princesas con sus vestidos color perla.  Mi esposo y mi hijo radiantes con sus ternos y mi bouquet hecho con flores naturales derrochaba frescura.

EN LA IGLESIA
¡CON MIS HERMANAS, MIS TESTIGOS, SOBRINITAS, MI ESPOSO Y YO!

Entré a la iglesia del brazo del papá de mi esposo... al ritmo de los acordes del violín y con el corazón palpitando a mil... comenzó la ceremonia.  Mi esposo estaba guapísimo al lado de su mamá que junto con su padre, eran nuestros padrinos. 

Cuando el padre nos dijo que teníamos que leer las palabras correspondientes:  "Yo Daniel Eduardo De la Cruz Marsano,  te recibo a tí Nuria Lourdes Ruesta Zapata como esposa y me entrego a tí y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respertarte todos los días de mi vida..., ¡Oh sorpresa!... mi esposo no había llevado sus lentes y no podìa leer, pero el padre tan bueno, le leyó bajito para que  repitiera y él lo hizo con mucha alegría.  

Luego me tocó a mí, estaba tan nerviosa, pero lo hice bien, convencida y sin equivocarme... y al terminar de leer nos dimos un gran beso.  Las cámaras fotográficas, captaban todos los mágicos momentos a cada segundo... fue hermoso!

Al terminar la fiesta nos fuimos a pasear por toda la ciudad, y los invitados se dirigieron a nuestra casa donde sería la recepción. Cuando regresamos, una lluvia de arroz y eufóricos ¡Vivan los novios! nos recibieron para comenzar con el baile y festejar la boda del año como diría mi hijita mayor, y qué boda! Jijijijiji, confirmo así que las novias somos super nerviosas.

Después de las palabras de agradecimiento de mi esposo para los invitados, le dediqué otras a mi cuñada Karím  y a continuación le entregué el bouquet con mucho cariño y agradecimiento por todo lo que me ayudó, por transmitirme sus energías positivas y por su gran corazón.  Besitos cuñita!

Y para mis hijos y esposo, todo mi amor, son lo más importante de mi vida... Los amo!

Les agradezco a cada uno de ustedes por estar siempre ahí y a Dios, por todas sus bendiciones sobre mi familia, deseando con todo mi corazón que siempre permanezcamos unidos... porque lo "Que ha unido Dios, que no lo separe el hombre".

Mis cariños para todos!!!

Nuria Lourdes (12:50 a.m.)