martes, 29 de marzo de 2022

UNA CRUDA REALIDAD

 

Al final de la tarde fría, recibo la visita inesperada de mis dos hijos. Uno es médico, el otro ingeniero. Ambos exitosos en sus profesiones. 


Hace menos de una semana sufrí la muerte de mi amada esposa. Todavía me siento abatido por la pérdida que cambió el rumbo y el sentido de la vida para mí.


Sentados en la mesa de la sala de una casa sencilla y simple, donde vivo ahora solo, empezamos a hablar. El tema es sobre mi futuro. Un frío me recorre la espalda. Pronto ellos tratando de convencerme de que lo mejor para mí es vivir en un hogar para ancianos.

Reacciono... Argumento que la sombra de la soledad no me asusta y la vejez, mucho menos. Pero mis hijos insisten "preocupados".


Lamentan, mientras tanto, que las dependencias de sus amplios apartamentos junto al mar estén ocupadas y por lo tanto yo no pueda estar ni con uno, ni con otro... así dicen ellos. Además,  mis hijos  y mis nueras viven muy ocupados. Así que no tendrían como verme. Eso sin contar con mis nietos, estudian casi todo el día, es imposible.


En mi favor, argumento ya sin mucha convicción que, en ese caso, ellos bien podrían ayudarme a pagar una cuidadora. Frente a mí, el médico y el ingeniero dicen que serían necesarias, en realidad, "tres cuidadoras en tres turnos y todas con cartera firmada". Lo que sería, en tiempos de crisis, una pequeña fortuna al final de cada mes. 


Me niego aceptar la propuesta de vivir en un refugio. Y aquí viene otra sugerencia: me piden que debo vender la casa. 

El dinero servirá para pagar los gastos del hogar a donde iré  por un buen tiempo, para que nadie se preocupe. Ni ellos, ni yo.


Me rindo a los argumentos por no tener más fuerzas para enfrentar tanta ingratitud y frialdad. Cerré mis labios y no hablo del sacrificio que hice durante toda mi vida para financiar los estudios de ambos. No digo que dejé de viajar con la familia a algún paseo, de frecuentar buenos restaurantes, de ir a un teatro o cambiar de coche para que nada les faltara a ellos. No valdría la pena alegar tales hechos a esa altura de la conversación. De ahí, sin decir una sola palabra, decido juntar mis pertenencias. En poco tiempo, veo toda una vida resumida en dos maletas. Con ellas, me embarco hacia otra realidad, mucho más dura.


Un hogar para ancianos, lejos de los hijos y los nietos.

Hoy, en los brazos de la soledad, reconozco que pude enseñar valores morales a mis hijos. Pero no pude transmitir a ninguno de los dos una virtud llamada GRATITUD. 💔😪


La culpa es nuestra por cuanto siempre le estamos dando lo que quieren o piden, cuando debemos enseñarle que deben "ganarselo". ¿cómo? Trabajando con esfuerzo, ayudando a limpiar la casa, cocinar, lavar platos, etc., para cuando lleguen a adultos sepan que las cosas se consiguen con esfuerzo y sean responsables y gratos, quieran a sus padres por haberle enseñado a ser buenos hijos.


La juventud actual te busca cuando quiere algo, cuando te necesita, pero como es lógico existen sus excepciones.


La gratitud hay que forjarla, no viene incluida en el corazón de los humanos, a no ser que se le haya inculcado amor y temor a Dios primeramente.  Pido disculpas por manifestar lo que pienso, pero deben saber que cuando lleguen a ser "viejos" querrán ser bien tratados por sus hijos y/o nietos y eso no se consigue con dinero sino con la bondad sembrada en sus corazones. 


Habrán padres que están a tiempo de forjar  sentimientos.

Dios tenga misericordia de las nuevas generaciones. "Para los últimos tiempos habrán hijos amadores de sí mismos, indiferentes, egoístas, vanagloriosos, desleales que gozan de la injusticia y se apartan de la  verdad".

¡Forjemos GRATITUD en nuestros hijos! 🧏

16 comentarios:

  1. Una historia triste que no debería suceder, por lo menos en el modo. Y mas que gratitud lo que en esta historia hace falta es amor. Un abrazo

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  2. Una triste historia muy actual. Un beso

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  3. Sem tradutor no telemóvel ( porque não colocar na barra direita? ).
    Deixando cumprimentos.

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  4. Tengo que pasar de nuevo por acá pues este tema se las trae.

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  5. Muchas veces el tema que presentas es todo un dilema para muchas familias y en muchos casos una alternativa necesaria, pero no cuando se hace por ingratitud, cuando no prima el amor realmente por quien nos dio para que tuviésemos una vida digna.

    Un beso dulce y dulce semana.

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  6. Tan real como la vida misma y tristona...
    Un abrazo.

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  7. Mis padres nunca me han pedido nada y sé que haré lo posible por ayudar cuando sea necesario. Pero tampoco entiendo esos padres que tienen hijos como una especie de inversión para su vejez. No sé, has tenido hijos porque has querido, los has educado como has creído y, a partir de ahí, ellos deben decidir, no tienen ninguna obligación contigo, ¿no?

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  8. Real, muy real. No forjamos la gratitud, y es un peligro para el futuro. No es que pensemos que los hijos nos han de cuidar como hicimos con ellos, no, es que si uno quiere, hay apañaos ante el espacio de convivencia, de cualquier hijo. Pero hay que desear llevar a ese padre con uno.

    Un abrazo

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  9. Un tema triste y real el que nos traes.

    Abrazos.

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  10. "Honra a tu padre y a tu madre" es el primer mandamiento bíblico que además tiene una promesa "para que seas de larga vida y todo te salga bien en la tierra que el Senor Dios te dá".
    Ahora bien, llegados al extremo que se expone en el ejemplo, la opción de enviar a uno de los padres a una institución especializada,se ve como algo frío, impersonal, sobre todo para nosotros los latinos, no obstante, en las culturas anglosajonas esto es algo de lo más normal. Creo que en todo caso lo importante es lo que indica DULCE, saber muy bien si la decisión, cualquiera que sea, fue tomada en base a la gratitud.
    Por otro lado, recordemos que la deuda que tenemos con nuestros padres es algo que NUNCA podremos pagar... perdón... si la podemos pagar, y es criando bien a nuestros propios hijos. Digamos que se trata de una deunda generacional en un ciclo que pocas veces cierra.
    En mi caso, que no tengo descendencia, y que, por cierto, en un mundo con una explosión demográfica que se está convirtiendo en una amenaza cósmica para la propia especie humana, es una opción que más y más gente toma. El problema es que la vejez nos va cayendo con la amenaza del abandono. En este caso, no queda otra que ponerme en las manos de Dios, él permitió que yo llegara a este mundo y ÉL me proveerá para que salga con cierta dignidad del mismo. Por los momentos debo vivir cada día lo mejor que pueda.
    Besos para tí y los tuyos Nuri y gracias por traernos un tema tan pertinente.

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  11. Aleccionante tu texto. La formación de los hijos en valores afectivos es relevante. No extraña que esa indiferencia y falta de sentido humano de los jóvenes en relación a los mayores, es debida a la carencia de su formación en virtudes, Para ellos todo se volvió material, competencia, consumo. LO humano nada les vale. Un abrazo. carlos

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  12. Triste historia para una dura realidad.Besicos

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  13. Hola bella amiga Tus sentimientos e ideas tan reales son parte de la maravilla de ser que eres
    siempre te recuerdo

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  14. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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