La tarde tibia acariciaba mi rostro,
que sombrío moría sin saber de tí...,
mi tierno amor.
El sol sonreía y se burlaba de mis quimeras,
Diciéndome que las penas
De pronto en un suspiro reté al viento...
¡Llévame hasta la luna,
tal vez allá esté
la felicidad!
tal vez allá esté
la felicidad!
Más el viento huraño respondió:
El amor eres tú,
y la felicidad
está en tu corazón!
y la felicidad
está en tu corazón!
Nuria Lourdes (11:45 p.m.)